

Lamentablemente sólo estuvimos en Praga, no pudimos recorrer la parte de Bohemia que debe ser hermoso y quizás es donde uno puede ver realmente la forma de vivir de los checos. Como el resto de Europa del este, República Checa es muy barata en comparación a los demás países.
PRAGA: la ciudad de Kafka y el reloj
El ritmo de vida de la capital es bastante tranquilo y la gente es, en su mayoría, muy amable. El transporte más habitual para moverse por la ciudad es el tranvía.
Debido a la ubicación de la pensión nuestro recorrido arranco por la Plaza Wenceslao, donde se encuentra el Muzeum.
El río Moldava atraviesa la ciudad y la aporta un toque indispensable coronado por el famoso puente de Carlos IV, de finales del siglo XIV. El puente está protegido por 3 torres magnificas, dos se encuentran en el lado de Mala Strana y la restante en la Ciudad Vieja. En los costados del puente hay 30 estatuas que datan del 1700. En la actualidad está plagado de vendedores souvenirs, estatuas vivientes y, por supuesto, turistas.

Del otro lado del puente esta la Ciudad Vieja, de estilo medieval, con locales y casas con puertas grandes de madera. Es muy bonita la calle Nerudova, que tiene las fachadas de las casas con relieves o esculturas para diferenciarlas, ya que antes no había números. En esta calle nació el famoso poeta checo Jan Neruda, de quien Pablo Neruda tomó su apellido (el nombre verdadero del chileno es Neftalí Reyes).
Ya en la parte alta de la Ciudad Vieja está la iglesia Loreta y el palacio Schwarzenberg. Finalmente, el castillo de Praga. Más que un castillo es en realidad una especie de ciudadela fortificada. La entrada está vigilada por dos guardias ya que el despacho del presidente se encuentra en el primer edificio (acá se inicio la Guerra de los 30 años cuando los calvinistas de Bohemia arrojaron por una de las ventanas a dos consejeros católicos enviados por Fernando II). También dentro del castillo está la Catedral de San Vito, una torre polvorín, una basílica, un convento, algunos museos y el callejón de oro, donde vivió un tiempo Franz Kafka (en la casa número 22). Si bien la entrada al castillo es gratis, si uno quiere ingresar a la catedral, al callejón de oro o alguno de los museos debe pagar. Las vistas desde el castillo hacia la ciudad son muy bonitas, ya que está en la parte elevada.
El barrio judío de Praga es el mejor conservado de Europa. Si bien los nazis ocuparon la ciudad, decidieron dejar intacto el lugar ya que querían utilizarlo en el futuro como un museo de una raza extinta (una locura tremenda!). En el barrio hay un pequeño cementerio judío muy antiguo, pero es bastante cara la entrada (con descuento de estudiantes y todo 8E), pero se puede bordear el lugar y espiar el cementerio desde una puerta con rejas que hay en la parte trasera. Es curioso ver la enorme cantidad de lapidas colocadas una casi al lado de la otra. Es que en un momento el cementerio quedo tan chico que tuvieron que empezar a enterrar a los muertos en diferentes niveles de profundidad, se cree que hay hasta 5 niveles!!!
Junto al cementerio hay una pequeña sinagoga, también bordeándolo está otra, la Staronova. Desde allí se puede agarrar la calle Parizká, con bonitas casas, para salir a la plaza principal, realmente alucinante. Acá se encuentra el Ayuntamiento, con su hermosa torre del reloj, donde la gente aguarda que cambie la hora para ver como sus figuras se mueven.
El famoso reloj astronómico muestra, además de la hora, las posiciones del sol y de la luna en el cielo. Son muy curiosas las figuras que tiene representando la vanidad (un hombre con un espejo), la avaricia (comerciante judío con una bolsa de monedas), la muerte (un esqueleto matando el tiempo), la lujuria (un príncipe turco tocando la mandolina) y en los laterales un filósofo, un ángel, un astrónomo y un cronista. Además de figuras de santos, como Pablo, Tomás, Judas Tadeo y Simón, entre otros. La leyenda cuenta que cegaron al constructor (Hanus) una vez terminada su obra y que en venganza su ayudante introdujo una mano en el mecanismo para atascar el reloj a costa de quedar manco.
Otro edificio muy bonito de la plaza es la iglesia Nuestra Señora de Tyn, donde se toca opera, también la casa del cordero de piedra y la casa Storch.
Ah, atención a la cerveza checa, considerada por muchos como la mejor del mundo, incluso por encima de la alemana. La marca más reconocida es la Pilsner Urquell.

