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Otro de los países desprendidos de la vieja Yugoslavia, con la particularidad de ser uno de los pocos países europeos donde predomina el islam como religión, igual que Kosovo y, en menor medida Serbia, también de esta región.

En este país habitan muchos croatas (católicos), serbios (cristianos ortodoxos) y bosnios (musulmanes). Entre los conflictos bélicos de la zona y esta diferencia étnica intervino la Unión Europea brindando un protectorado dividiendo el país en dos entidades, la Federación de Bosnia Herzegovina y la República Srpska. Algo que es complicado de explicar, pero si están interesados en saber más les aconsejamos buscar info.

Acá la guerra se sintió mucho, llegando incluso a dejar pueblos y ciudades abandonados o seriamente dañados. Hoy, se está recuperando, pero a un paso mucho más lento que Croacia o Eslovenia.

También se nota una diferencia entre bosnios y herzegovinos, que posiblemente termine más adelante en un desprendimiento y que pasen a ser dos naciones diferentes como ocurrió con Serbia y Montenegro.

Nuestro paso fue breve, con tour (salen de Dubrovnik), pero se puede alquilar auto y hacerlo perfectamente.

Acá les dejamos los lugares que visitamos:

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  1. Neum

  2. Cascadas de Kravice

  3. Pocitelj

  4. Mostar

 

NEUM: la costa bosnia

Neum tiene la particularidad de ser la única ciudad costera que tiene el país. Se dejó justamente para que tengan salida al mar, lo que también provoca la particularidad que si queres ir del norte de Croacia al sur en auto, tengas que pasar si o si por Bosnia. Esto ya sucedía desde que los venecianos controlaban la costa dálmata y le dejaban estos 20kms a los turcos, que ocupaban lo que hoy es Bosnia.

No hay demasiado para ver en Neum, más allá de la vista y varios hoteles preparados para el turismo de paso.  

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CASCADAS DE KRAVICA: una linda sorpresa

Son unas cascadas pequeñas, de menos de 30m, pero con mucha caída de agua y una vegetación increíble.  El agua viene del río Trezibat y tiene la particularidad de formar calas con el agua a buena temperatura donde la gente en verano se suele bañar.

 

Hay que pagar entrada (no suele estar incluida en las excursiones), pero no es para nada cara y vale la pena.

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POCITELJ: el pueblo desierto

El pueblo nació a fines del S XIV para controlar la salida al mar a través del valle. Creció mucho durante el dominio otomano y la mayoría de sus edificios significantes son de aquella época (S XV al XIX).

Si bien no hay demasiados datos estadísticos se calcula que cerca de un 80% de la población abandonó el pueblo durante la guerra de los Balcanes y luego no regresaron, por lo tanto está casi desierto. Los pocos habitantes sobreviven gracias al turismo, vendiendo fruta a los viajeros y algunos souvenirs. Gracias a su belleza y lugares de interés está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

 

El pueblo está totalmente edificado sobre una colina, por lo que hay que ir subiendo para descubrirlo. Apenas se arranca el ascenso están las indicaciones para la mezquita Hadzi Alija, que fue reconstruida en el 2002.

 

También por esta zona está el Hamam, que son los antiguos baños públicos, de los cuales se pueden ver sus cúpulas desde afuera.

 

En la cima de la colina (unos 15 minutos a pie a buen ritmo) está la fortaleza Gavran-Kapetanovic, que se encuentra totalmente vacía, bastante dañada y poco cuidada. Pero vale la pena sin dudas por las vistas que se tienen desde arriba.

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MOSTAR: la ciudad dividida

La segunda ciudad más grande del país y el principal destino turístico. La imagen de su puente sobre el río Neretva es una de las principales postales de BH, pero la historia que hay detrás está llena de guerra y espectacularidad. Históricamente este puente une la mitad católica de la ciudad, en su mayoría bosnios croatas, con la musulmana, compuesta por los bosniaks.

 

Durante la guerra de Bosnia, en la cual los bosnios serbios querían lograr la creación de una Gran Serbia, similar a la vieja Yugoslavia, estas dos mitades se unieron y lograron expulsarlos de la ciudad. Pero ahí no acabó todo, católicos y musulmanes, luego de convivir varios siglos en paz, quisieron hacerse con el control total de la ciudad y estalló una guerra civil. Y el puente, símbolo de la unión entre ambas religiones, fue derribado por los croatas en 1993.

 

Para sumarle mayor dramatismo, quienes fueron testigos aseguran que el río se tiño de sangre. Esto tiene una explicación, más allá del increíble simbolismo, ya que las piedras que conforman el puente poseen un componente que al tener contacto con el agua toma un color rojizo.  

 

Hoy por suerte la guerra está muy lejos de Mostar, esta bellísima ciudad volvió a disfrutar de la paz, la tolerancia y del turismo, que es lo que la hace prosperar económicamente. El puente ya fue reconstruido, utilizando las mismas piedras originales que fueron rescatadas del fondo del río e incluso se pueden ver varios clavadistas dispuestos a tirarse desde allí al río por algunos euros.

 

En un día se la puede recorrer de sobra ya que es muy chica. En el centro de la ciudad el transito es casi nulo por lo cual las tiendas se apiñan en plena calle formando casi un mercado.

 

Desde el puente, de 24 mts de altura, se puede tener una linda vista de ambos lados de la ciudad, con los minaretes de las mezquitas dominando el horizonte.

 

De ambos lados del río está plagado de restaurantes, apuntados al turismo claramente, pero accesibles de precio, donde sentarse a comer un buen cevapi.

 

También bajando por el costado se puede llegar a una pequeña playa, ideal para sentarse un rato y observar los saltos de los clavadistas.

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