Decir que conocemos Bulgaria es un despropósito, ya que solamente estuvimos un día en su capital: Sofía. La idea era llegar desde Atenas a Budapest y para eso necesitábamos hacer combinación acá.
El viaje fue impecable, nos sorprendió el nivel y la modernidad del tren, nos dieron un camarote privado con dos camas y un mini lavabo (tuvimos que pagar un suplemento del Interrail de 19,50E). Salió 22.55 de Atenas y llegó 12.30 a Sofía. El camino es muy bonito ya que atraviesa gran parte de los Balcanes.
Así que aquí nuestra corta experiencia en la capital búlgara.
SOFIA: resabios de la U.R.S.S.
Al bajar del tren tuvimos que cambiar algunos búlgaros para movernos. De entrada notamos que el trato no era demasiado amable, quizás en parte por su forma de expresarse o bien porque no están muy acostumbrados al turismo. Dejamos las mochilas en un locker y salimos a caminar sin rumbo.
Llegamos a una plaza con una iglesia muy bonita en donde nos metimos y enseguida notamos un clima raro, muchas personas en silencio, moviéndose lentamente por la cámara principal que no tenía asientos y en el fondo una foto grande de una persona y un cajón. Ok, es un funeral, nos miramos y lentamente salimos.
Bulgaria tiene aún una gran herencia de la Unión Soviética, en su arquitectura con formas circulares y figuras cuadradas. Incluso vestimenta o artículos como los gorros de piel con tapa orejas y las mamuskhas.
Lo primero que nos sorprendió gratamente fue el Teatro Nacional Ivan Vazov, con una fuente muy bella, realmente hermoso.
Luego la Alexander Nevski Memorial Church, una iglesia terminada en el 1912 en honor a los soldados que murieron en la guerra de la liberación de los otomanos (1877-1878). Llama la atención su gran cúpula de oro y el interior con columnas de mármol de carrara, mosaicos y orix de Brasil.
-Ver el legado soviético en Europa del Este.
-Los precios muy económicos.
-El trato en general de las personas al turista.
-El maldito mapa imposible de descifrar! Y encima lo pagamos!